El proceso de producción del material cerámico es algo invariable desde la invención de la cerámica cocida en tiempos inmemoriales.
La calidad del producto final depende de muchos factores, desde el propio diseño del producto, pasando por las materias primas hasta el propio proceso productivo.
En Cerámica La Manchica siempre nos hemos caracterizado por ofertar productos de muy alta calidad, en comparación con la oferta disponible en el mercado. Es posible que por ese motivo desde hace más de 50 años estemos presentes en el mercado, no haciendo otra cosa que contentar a nuestros clientes.
Desde nuestros inicios, allá por el año 1962, la satisfacción del cliente ha sido la guía de nuestra actividad. Hemos pasado buenas y malas épocas, pero nuestro objetivo nunca ha variado. El equipo humano que forma la empresa lo tiene muy claro, y hará todo lo posible por dar satisfacción a nuestros clientes.
El proceso de elaboración del material comienza con la extracción de las arcillas en nuestras propias canteras, hecho que supone la primera diferencia con respecto a otros fabricantes.
La materia prima, tras un proceso de selección y reposo se transporta a nuestras instalaciones donde se convertirá en ladrillo o piezas cerámicas para la construcción.
Cuando llega a la fábrica, se procede al desmenuzado, tras lo que la mezcla de arcilla se hace pasar por un molino de rulos donde la compresión y el movimiento junto con la adición de agua preparan la masa para un primer laminado con una granulometría relativamente basta.
Tras el laminado el barro se almacena en el pudridero, donde la acción de los microorganismos presentes de manera natural en las arcillas, descomponen el barro y lo preparan para la fase final antes de la extrusión.
El hecho de almacenar en el pudridero el barro por capas hace que la materia prima se homogenice y evita grandes variaciones en las cualidades del producto final.
Tras un nuevo laminado, se procede al amasado y a la extrusión de la mezcla de sólo arcilla, a diferencia de otros fabricantes que utilizan productos químicos o incluso carbón, a través de los moldes que conforman los diferentes tipos de productos que fabricamos.
De ahí pasa al secadero, donde de un modo completamente regulado y automático, en un mínimo de 24h, el material recién extruido reduce su humedad hasta unos valores tolerables para proceder a su cocción.
Una máquina empaquetadora se encarga de colocar el material seco sobre la vagoneta que después entrará en el horno. La vagoneta pasará en el horno por una variación de temperatura controlada por un sistema de regulación, formándose en el interior de las piezas, a nivel atómico, la perseguida estructura cerámica.
Tras el proceso de enfriamiento, el material ya está listo para paletizar y plastificar. De ahí pasa a nuestros almacenes, donde espera un último viaje hasta destino.
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